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Santa Francisca Romana, famosa en todo el mundo, poseía en grado extraordinario el don de ganarse el amor y la admiración de cuantos la trataban. Nació en Roma, en 1384, caundo comenzaba el cisma de occidente que había afligir tanto a la santa y resultar catastrófico para la familia. Pese a su vocación religiosa, Francisca –por obediencia paterna- aceptó casarse con un noble italiano, con quien tuvo tres hijos. Sin embargo, su matrimonio no fue obstáculo para practicar la virtud de la caridad con los más pobres y la oración constante, para lo cual contó con el apoyo de su joven cuñada Vanozza quien también quiso abrazar la vida religiosa.
Pronto llegó la desgracia para la familia de la santa: su esposo y su cuñado fueron hechos prisioneros y la familia entera entró en la pobreza, pero eso no impidió que Francisca continuara asistiendo a pobres y enfermos. Luego de la muerte de su primer hijo, la santa decidió convertir su casa en hospital y Dios premió sus oraciones y trabajos concediéndole el don de sanar a los enfermos. La fama de los milagros y virtudes de la santa se había divulgado por toda Roma y de todas partes la llamaban para que curase a los enfermos y arreglase las disputas. Posteriormente, Francisca formó una congregación de mujeres que vivieran en el mundo sin más votos que la obligación de consagrarse interiormente a Dios y al servicio de los pobres, la que llevó el nombre de la orden de Oblatas de María; sin embargo, poco después el pueblo cambió el nombre por el de Oblatas de Tor Specchi. La santa falleció en la primavera de 1440, luego de llevar una vida de austeridades, entrega y oración.

Santa Catalina de Bolonia

Monday, Mar 09, 2015

Etimológicamente significa “casta, pura”. Viene de la lengua griega.
He aquí otra chica con inquietudes espirituales a la que no le seducen los encantos y esplendores de los palacios reales.
Efectivamente, era hija de una familia ilustre de Italia. Vivía encantada con la princesa Margarita, hija de Nicolás de Est, marqués de Ferrara.
Desde que naciera en el año 1413, y se fue haciendo una joven muy guapa, notaba de día en día que su camino no era la corte ni las riquezas.
A la temprana edad de los doce años buscaba con anhelo en dónde ser mejor y hallar más pronto la perfección a la que Dios nos llama a cada ser humano.
Una vez que la princesa Margarita contrajo matrimonio, ella pudo respirar a pleno pulmón. Se había quedado libre de toda atadura a la corte.
Llegó para ella el momento en el cual, aunque con muchas dificultades, se decidió por entrar en el convento de las Terciarias de san Francisco de Asís.
La dejaron entrar, y ella se sintió más feliz que nunca. Al comenzar su vida de relaciones humanas con las hermanas, todas se quedaban contentas por su trato, sus atenciones personalizadas y por su grado de santidad y de bondad que reflejaba su lindo rostro, imagen de su casta alma.
En el capítulo en el cual se elige a la madre abadesa, todas las hermanas pensaron casi unánimemente que la mejor sería Catalina.
En este convento estuvo toda su vida, hasta el año de su muerte que tuvo lugar en 1463.
Escribió muchos libros acerca de la piedad y de la vida religiosa. Todo el mundo, fino y atento a las cosas del alma, conoce su mejor libro titulado “Siete Armas Espirituales”. Ella, en su sencillez y con las mejores intenciones, se lo dedicó a todo aquel o aquella que sufra tentaciones.
El Papa Clemente VIII la inscribió en el martirologio incruento y Benedicto XIII la llevó a la gloria de los altares.